Bienvenido a Modestoblog
En Modestoblog, te ofrecemos contenido único y valioso que te permitirá explorar diversas temáticas desde la comodidad de tu hogar. Nuestro objetivo es informarte y entretenerte con artículos interesantes.
Un tren en los Pirineos
La frontera entre España y Francia se extiende a lo largo de unos 656 kilómetros. Se inicia en la división de las ciudades de Hendaya en Francia y Fuenterrabía, España en el sector vasco del mar Cantábrico. Desde allí avanza sobre el espinazo de los Pirineos hasta Andorra y continúa hacia el Mediterráneo en la ciudad de Cervera de un lado y Portbou del otro. Su trazado se remonta a acuerdos del tratado de Los Pirineos de 1659.
En esa irregular línea existen muchos puntos fronterizos que tienden a dar una singularidad a sus poblaciones. Los habitantes cruzan de un lado a otro para el trabajo, la convivencia vecinal y se confunden lingüísticamente por la cercanía, la vida en común, así como las costumbres. Sucede por ejemplo en la región vasca, donde al cruzar los límites nacionales, no se encuentra una diferencia en las estructuras urbanas ni en el diseño de las viviendas.
Tres líneas de tren sirven para el intercambio de mercancías entre ambos países situados a los extremos de estos destinos; pero también hubo una, que unió las provincias de Zaragoza (España) y la población de Pau (Francia). Ésta se constituyó en una especie de mito perdido en los Pirineos y allí: la estación de Canfranc, construida en 1929 y cuya vía se vio interrumpida por un accidente en 1970.
El tren Zaragoza - Pau
Atravesar los Pirineos en el pequeño y estrecho tren que parte de la ciudad de Zaragoza y se encamina hacia el norte, llega a la estación de Huelva y de allí continúa por el escarpado descenso hasta la pequeña ciudad de Pau, era todo un acontecimiento. Un descarrilamiento y la pérdida del puente de L’Estaguet, del lado francés, entorpeció y clausuró esa fase del recorrido.
Ahora solo se logra con el empalme del autobús, que va de Canfranc al destino en el país francés o suele venir con pasajeros hasta este lugar en suelo español.
Un emigrante español que se hizo famoso (indiano, como se le conoce en España) durante la guerra civil estadounidense llamado Narciso Herreu Mata promovió desde su residencia en Francia y Madrid la construcción de esta línea férrea. Con un financiamiento de varios bancos gestionó esta tarea binacional. Él se arruinó y se regresó a Estados Unidos. Las intensas labores para el logro de esta vía binacional se iniciaron desde 1904 y duraron hasta 1928.
Gracias a la construcción de esta ruta para el ferrocarril, se perforó la montaña en el punto de Somport y se unió así ambos países a través de los Pirineos. Hasta 1936 este transporte vivió su máximo esplendor; la guerra civil modificó totalmente la situación, que cambió cuando el gobierno franquista nacionalizó la línea y buscó un beneficio que se extendió hasta la segunda guerra mundial y así, posibilitó un gran negocio con los alemanes de intercambio del estratégico metal wolframio por oro.
Esta ruta fue conocida como el canfranero. El convoy salía de Zaragoza y recorría una distancia de 187,7 kilómetros hasta Huesca y de allí penetraba el macizo montañoso hasta Canfranc, la hermosa estación enclavada en la montaña. Luis Granell Pérez, de la Universidad de Zaragoza analiza esta ruta y considera que: “Los aragoneses lucharon durante décadas hasta conseguir tener una comunicación eficiente con el norte de Europa a través del Pirineo: la línea de ferrocarril Zaragoza-Canfranc-Pau, abierta en 1928.”
Jürg Suter, estudiante de la Universidad de Berna preparó una tesis sobre el Canfranero y opinó que “El debate sobre la reapertura de la línea internacional de Zaragoza a Pau pasando los Pirineos no es un caso aislado. Puesto que el tráfico en Europa está aumentando y permanentemente se forman muchas situaciones similares.” Si se mira el mapa se aprecia el ahorro en la ruta, si se toma en cuenta encaminarse a Francia por San Sebastián.
Normalmente el tren que lleva tres vagones sale dos veces al día de la estación de Delicias en Zaragoza y tiene capacidad para 180 pasajeros. Sigue en ruta a Miraflores y de allí parte de la ciudad para avanzar a Mozarrifar y después a Villanueva de Gállego, Zuera, Tardienta, Vicién, hace un regreso a Tardienta para tomar rumbo a Jaca. De allí a Alerre, Ajerbe, Riglos, Anzánigo, Castiello de Jaca, Villanúa y la nueva estación de Canfranc. Han pasado cuatro horas.
Jesús Rodrigo Espinosa, dibujante técnico, quien vive en Zaragoza habló sobre el tema y consideró que: “En estos tiempos de escasez de energía, a que nos vemos abocados, es más importante si cabe la unión ferroviaria con Francia y Europa a través del Pirineo Central. Las otras dos conexiones una cerca del Mediterráneo y otra del Cantábrico, están a 500 kms. de distancia y la única moderna es la línea de alta velocidad, por Cataluña, es solo para pasajeros.”
La estación de Canfranc
Canfranc es un edificio que se convierte en un hermoso castillo de hormigón, piedra, hierro y cristal en medio de la nieve durante el invierno. Su estructura corresponde a la arquitectura del siglo XIX, alargado, simétrico y con varios inmuebles. Sus impresionantes ventanales refractan el sol en determinadas horas del día y se reflejan en el poblado situado enfrente.
La historia de la estación se remonta a comienzos del siglo XX. Ambos países querían hacer un camino a través de los Pirineos y firmaron varios acuerdos para alcanzar una vía a través de Somport. En 1915 concluyeron las obras de un túnel ferroviario; en 1923 empezaron los trabajos de construcción del edificio, que finalizaron cinco años después. Alfonso XIII y Gastón Doumerque, rey de España y presidente del gobierno francés asistieron a la inauguración.
El lugar donde está emplazada la estación se denomina Arañones y es la prolongación cuatro kilómetros al norte del propio poblado de Canfranc. Allí se construyó un túnel que posibilitó después el emplazamiento para el ferrocarril; duró varios lustros horadar la montaña y se terminó en 1908. Luego se iniciaría a levantar el edificio para la terminal.
Para posibilitar el emplazamiento del inmueble fue preciso realizar una gran tarea de ingeniería forestal ya que las grandes ventiscas de nieve y desprendimientos de las laderas eran constantes dada la geografía tan abrupta que presenta y la intensa deforestación a la que se vio sometida en los siglos anteriores.
Para corregir esta contingencia, se realizó uno de los mejores ejemplos de restauración hidrológico-forestal conocido. De esta manera se consiguió retener el terreno y restaurar la masa arbórea, lo que posibilitó la construcción del ferrocarril que comunicaría ambos lados de los Pirineos.
El majestuoso edificio se convirtió en una antesala de los viajes internacionales con todas las oficinas requeridas: desde Aduanas, policía, área de venta de boletos, cafeterías y amplios pasillos para la atención de pasajeros. Se instalaron, además, puestos de cambio de moneda, telégrafos, sede de carabineros, enfermería. Desde allí, se aprecian los estrechos, desfiladeros y montañas que cambian de color, según las temporadas del año.
Un extraño incendio destruyó algunas de sus instalaciones, aparentemente por premeditación, pero se llegó a considerar que se inició por razones casuales. Los efectos del siniestro colapsaron algunos espacios como el restaurante, la biblioteca, el techo y ciertas áreas de atención a los clientes.
Un espectáculo visual se inicia en los últimos días del otoño, cuando a estas alturas empieza a caer la lluvia y el granizo que anuncia el invierno. El año pasado, en noviembre, por ejemplo, se pudo observar cómo las primeras manchas nevadas caían sobre el techo de la estación y la tornaban grisácea, igual que el paisaje del lugar cuando el blanco arropaba lentamente las ramas de los pinos, eucaliptos, enebros, haya común y abetos blancos.
Un vaho congelaba el ambiente y en la mañana, el sol hacía derretir la escarcha nocturna pegada en las hojas y descongelaba la superficie de los ríos que serpenteaban entre la vegetación y se perdían en los montes. Era precisamente el momento en que la estación de Canfranc cambiaba su apariencia para tornarse oscura y contrastar con el hielo de su derredor. Los turistas llegan entonces armados con su ropaje de invierno y los esquíes.
Lo remoto de la vía y el lugar han hecho que la estación se deteriore con el tiempo y que los ferrocarriles, que quedan varados en algunos patios a su alrededor, se hayan transformado en fantasmas que son visitados solo para rememorar tiempos pasados. Las autoridades de ambos lados procuran que sea abierto nuevamente el paso internacional y activar la intensa actividad turística.
Renovación de un viejo mito entre las montañas
Por esa razón se iniciaron los trabajos para construir un nuevo edificio y convertir el viejo en un hotel para mantener esta gran obra arquitectónica que contrasta con el gran escenario natural de la región. La reforma también ha incluido el túnel, la propia vía de rieles del lado español. En el país vecino, se busca lograr aval del municipio en el Pirineo Atlántico, región de Aquitania para recuperar la línea férrea (de ese lado) y poder operar desde Pau.
El Gobierno de Aragón invirtió desde 2015 un presupuesto de 35.1 millones de euros para reorganizar todo el complejo. Las obras se iniciaron en 2018 e incluyeron transformar el viejo edificio en un hotel, el depósito de locomotoras en una de las tres sedes del museo del ferrocarril (las otras están en Zaragoza y en Fuentes Claras); los hangares de mercancías en un nuevo inmueble para la estación internacional, que fue abierta en 2021.
Se trabaja en una fase técnica que permitirá la transición de la propia vía férrea para que las unidades puedan adaptarse al formato del ancho internacional de los rieles, así como la transformación de los segmentos de vía desde Canfranc al punto fronterizo y desde allí la ruta de los 37 kilómetros hasta el lugar en que se produjo el derrumbe de 1970. Una vez culminado este esfuerzo, emergerá de las cenizas, el recorrido España-Francia a través de los Pirineos.
En 2021 se inauguró el nuevo edificio, a unos metros del viejo, con la llegada del tren procedente de Zaragoza y la asistencia de autoridades locales, representantes de los gobiernos de regiones de ambos lados de la frontera y personalidades. Todo estuvo concebido para crear condiciones que permitan que, del otro lado, en Francia, se pongan en marcha las tareas para reconstruir la línea férrea colapsada y así garantizar el paso hasta Pau.
Francis Balasque, ingeniero petrolero jubilado, quien vive en la pequeña ciudad de Pardies, cerca de Pau considera sobre esto, que “Una parte del problema del desarrollo es reabrir la línea PAU – CANFRANC, pero el financiamiento y la decisión es una verdadera "culebra de mar" (no se sabe cuando va a venir). A él le parece que “…el túnel de la carretera se realizó y es muy utilizado para que el transporte (mercancías y personas), así como los intercambios transfronterizos se desarrollen.
Los diarios recogieron las declaraciones de José Luis Soro, consejero de Vertebración del Territorio, Movilidad y Vivienda, quien expresó que constituye “un hito clave en el compromiso del Gobierno de Aragón con la reapertura. Ponemos en servicio una estación moderna desde el punto de vista técnico y preparada para la ansiada prolongación al tráfico internacional”.
https://www.heraldo.es/multimedia/imagenes/aragon/fotografias-historicas-de-la-estacion-de-canfranc-90-anos-de-la-inauguracion-165-anos-de-historia/1/
Las imágenes de Canfranc están también presentes en la cultura europea. El cine guarda escenas sobre este histórico lugar. Tan solo desde 2011, unos seis títulos entre novelas, documentales y largometrajes rememoran su legado. Nombres como Lo saben los bosques, El lodo mágico, El rey de Canfranc, Volver a Canfranc, Canfranc, la última estación y El cielo sobre Canfranc, se nutren de su señorío en estas regiones que acarician las nubes.
https://www.heraldo.es/multimedia/imagenes/aragon/fotografias-historicas-de-la-estacion-de-canfranc-90-anos-de-la-inauguracion-165-anos-de-historia/1/
Un viaje en tren que parte desde Zaragoza y se dirige a los Pirineos para permitir el cruce a las tierras francesas, implica disfrutar todo ese sabor bucólico, histórico, natural y que se nutre con múltiples sensaciones –hasta fantasmagóricas–, zumbidos y el susurro del viento que mece hojas ramas y arbustos. Son los únicos sonidos que cruzan este territorio, junto a los vehículos que entran y salen del túnel bajo los picos y macizos de estas montañas.
“El turismo, plantea el ingeniero Balasque, podrá apoyarse sobre el desarrollo del esquí, con las estaciones de los dos lados de la frontera, así como también sobre la atracción, cada vez más importante, de personas interesadas en vacaciones ecológicas (paseos de circuitos en la montaña).”
Por allí se transporta gente que se mueve y admira obligatoriamente el hermoso paisaje desde las ventanas del vagón. El turismo recorre estas zonas empedradas o llenas de árboles, irrigadas por aguas que nacen en escondidos parajes. Todo este ámbito da un perfil específico a las relaciones perdurables entre ambos pueblos asentados en las faldas de esta cadena de macizos que son su frontera común.
Haz clic aquí para añadir texto